Ba Jin, un escritor chino universal
Descubrí a Ba Jin gracias a mi amigo Nel Ocejo Durand, quien gestionaba la antigua revista libertaria ADN. Nel, en uno de sus artículos, incluyó una necrológica sobre el célebre escritor chino, quien falleció en Shanghái en 2005, a los cien años de edad, tras haber participado en la mayoría de los movimientos revolucionarios acontecidos en China durante el pasado siglo.
Ba Jin, pseudónimo que empezó a utilizar en su época de estudiante, cuyo verdadero nombre era Li Yáotáng, nació el 25 de noviembre de 1904 en Chengdu, capital de Sichuan, en el seno de una familia de terratenientes mandarines, ambiente que servirá de trama para muchas de sus novelas, mostrando además una virulenta denuncia del tradicional sistema patriarcal de su país. Algunas de sus obras más conocidas son: Destrucción (1927), Niebla (1931), La Familia (1933), Primavera (1938) o Noches Frías (1946).
El escritor pronto se sintió atraído por el anarquismo, convirtiéndose en el traductor de varios libros de Kropotkin al chino mandarín, asimismo fue un entusiasmado difusor del esperanto; llevó a cabo una intensísima actividad militante, paralela a su carrera de escritor profesional, rechazando las sirenas de las dos fuerzas ascendientes en los años treinta: el nacionalismo y el comunismo.
Apoyó generosamente la causa de los ácratas españoles durante nuestra Guerra Civil, traduciendo al mandarín varios libros con textos relacionados con el movimiento libertario ibérico y el antifascismo. Defenestrado, perseguido y vilipendiado por los más exaltados sectores maoístas durante la Revolución Cultural, en la que será tratado de “hierba venenosa del anarquismo”, fue resarcido poco después.
Activo esperantista, en los años 80, fue nombrado vicepresidente de la Liga China de Esperanto y presidente de la Asociación de Escritores de China. Ba Jin fue también candidato al Premio Nobel de Literatura. Hoy, se estudia en todas las escuelas chinas, y su obra literaria es un modelo a seguir por los novelistas de los países de Oriente.
Respecto a su sobrenombre, una aceptada explicación señala que “Ba Jin”, está formado por la transcripción de la primera sílaba al chino del apellido ruso “Bakunin”, seguida de la última sílaba del antropónimo “Kropotkin”; ambos, pensadores libertarios muy leídos por él.
En mi visita a Shanghái, hace tres años, felizmente pude comprobar el cariño y admiración del que goza por parte del pueblo chino, quien lo considera uno de sus más grandes escritores.
A continuación, reproducimos un extracto de un popular texto de Ba Jin, traducido del chino al francés por Ángel Pino, y a su vez de este idioma al castellano por Nel Ocejo.
Cómo fundar una sociedad verdaderamente libre e igualitaria
¡Señores!, ¿seguro que no queremos trabajar? Más bien es que se nos niega el trabajo. Y sin embargo se nos insulta. Vistas desde este ángulo, se constata que la “libertad y la igualdad”, puestas en tela de juicio, ¡son ajenas al pueblo! ¿Se puede por tanto hablar aquí de “libertad y de igualdad”? ¡Me niego a creer que pueda existir una libertad de este tipo!, ¡una igualdad de este tipo! ¿Pero entonces qué son la verdadera libertad y la verdadera igualdad? He aquí mi respuesta: la anarquía, es la verdadera libertad; el comunismo es la verdadera igualdad. Solamente una revolución social nos permitirá construir una sociedad verdaderamente libre y verdaderamente igualitaria.
¿Qué es la anarquía? La anarquía es lo opuesto al bando del Estado y de sus instituciones anejas, y la propiedad colectiva de los órganos de producción y de los bienes producidos. Cada individuo aporta según sus capacidades y recibe según sus necesidades. Además, el trabajo está repartido según las capacidades de cada uno: se hace lo que se es capaz de hacer; quien tiene la capacidad de ser médico es médico, quien tiene la capacidad de ser minero es minero. Se dedica más tiempo a las tareas simples, y menos tiempo a las tareas más complejas o penosas. Un organismo te procura la comida cuando tienes hambre, ropas para vestirte y un techo para refugiarte. Todos los individuos reciben la misma educación, sin que se establezcan diferencias entre las personas inteligentes y los tontos. Un anarquista francés lo ha repetido a menudo: “Es suficiente que cada individuo trabaje dos horas al día para que todas las necesidades de la sociedad estén satisfechas.” Y Kropotkin también ha dicho: “Si cada individuo trabaja cuatro horas al día, esto basta para las necesidades de la sociedad, es más que suficiente.”
Publicado en el periódico «Tierra y Libertad», mayo-junio de 2022.
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